viernes, abril 26, 2019

Respuestas situadas o normas. Cómo las historias de vida de profesores principiantes nos pueden ayudar a mejorar la formación inicial

Formar docentes es una tarea compleja. Es la convicción sobre la que yo, que llevo mas de 25 años formando docentes, me pongo a pensar tras acabar la lectura del librito escrito por Patricia Hermosilla y Amalia Creus, dos investigadores que ponen sus pies en España y América (Chile y Brasil, respectivamente). Lo hago en medio de una campaña electoral donde los temas educativos se sustantivan con eslóganes y soluciones "totales", que dan bastante miedo por lo contundentes que se pretenden. Ojalá leyeran entre mitin y mitin a Patricia y Amalia.

A partir de una investigación sobre la forma en que aprenden los docentes noveles, que se ha basado en seis relatos o historias de vida de otros tantos maestros y maestras, las autoras exploran temas tales como la vocación de maestro, su inquietud y ansiedad cuando llegan por vez primera a las aulas, el papel y el futuro de la formación inicial institucional o las formas de sobrevivir y convertirse en un maestro de los recién llegados a la docencia, que ponen en marcha una vida profesional compleja ("boundaryless" le llaman Eby, Butt y Lockwood, 2003, citados por las autoras, lo que quizá en el contexto de los docentes quiera decir "desbordada", por incierta y sujeta a múltiples demandas, más que "sin fronteras").

Formar docentes debe superar los enfoques "técnicos" (sin o con tecnología)
La obsesión por regularizar la realidad educativa ha sido una fuente de descrédito, a la que no ha escapado la formación inicial de docentes. Cuando surgieron en las escuelas de magisterio en el siglo XIX, se llamaron "normales" porque iban a introducir procedimientos en cierto sentido normalizadores (científicos, estandarizados, regulados) de las prácticas docentes.
Las autoras tratan de analizar esta obsesión de regularizarlo todo, y caen en la cuenta de la imposibilidad de ofrecer respuestas situadas (adecuadas a contextos con características propias) desde un imaginario normativo (general),  Las respuestas se tienen que construir en relación con los estudiantes. Por esta razón, el recuerdo más grato de formación situada, de parte de los docentes que escriben sus historias de vida,  son las prácticas docentes (cuando eran estudiantes) y los talleres (como profesores en ejercicio).
Los principales problemas de los maestros noveles en sus clases, dicen las autoras, son articular el currículo, atender lo emergente, interpretar la practica con teoría, la disciplina, la evaluación, la relación con las familias y la  puesta en marcha de una didáctica que tenga sentido (p. 140). Seguro que mis colegas tutores de prácticas lo han oído o diagnosticado en sus visitas más de una vez. Son "jinetes del apocalipsis" que generan miedo y desconfianza entre los estudiantes de magisterio. Haría falta "algo práctico", "unas reglas". Pero,  ¿cómo resolveremos esta paradoja de menos normas y más pautas en las escuelas normales?

Formar docentes es repensar la educación en su conjunto
Del recorrido de estas maestras aprendemos que la inmersión en diferentes contextos, grupos de niños, escuelas y equipos docentes, les ha abierto los ojos sobre multitud de matices a una realidad. Nuestras propuestas en las escuelas de magisterio deberían traer esas situaciones para examinarlas a la luz de la investigación.
Pero estas maestras pueden repensar la educación porque emprenden un proceso de indagación. La fuente del conocimiento generado son los relatos de las maestras, una estrategia para indagar realidades complejas, las suyas, que van adelante y atrás,  son descripciones densas que hablan de ellas y de lo que les rodeó, y de cómo se relaciona todo ello con la reflexión sobre la práctica de la investigación. En estos relatos reflexivos y dialogados se producen epifanías (Denzin), descubrimientos o momento de "caer en la cuenta". Hay también discontinuidades, contradicciones y espacios abiertos, lo que es otro problema del conocimiento que exhiben estas maestras.

Formar docentes es acabar con la manida insistencia en atribuir capacidad de reflexionar y actuar según desde qué instancia se esté hablando
Las escuelas de magisterio, si investigan y están articuladas (si les dejan) con centros innovadores, pueden hacer la diferencia en la formación de futuros maestros. Cualquier formador que dialoga con docentes acaba teniendo una perspectiva de qué está ocurriendo en un centro educativo, aula, con un niño, familia. Esta necesidad de interpretar nuestro entorno, basada en un recorrido visitando otras escuelas y centros, entrando en contacto con múltiples realidades, reflexionando con los relatos como los de Hermosilla y Creus, son los que conforman una capacidad para intentar comprender qué está ocurriendo en las escuelas. Algo así intento hacer con mis estudiantes, analizar problemas con alguna herramienta recogida en la carrera o en sus lecturas. Supongo que algo de teoría hace falta, la que ilumina desde Schön hasta nuestros días el trabajo reflexivo.

Formar docentes es una tarea política
Pensar que los maestros pueden construir conocimiento pedagógico es otorgarles un poder  que nunca han tenido, al menos por estas latitudes. Supone reconocer autonomía y autoría, dice Amélia Lopes;  Juana Sancho, la prologuista, se suma, planteando que es teoría desautorizada que emerge de la práctica. Las maestras que se organizan colaborativamente en redes hacen teoría.
Por su parte, las escuelas de magisterio que articulan procesos colaborativos de construcción de conocimiento con sus estudiantes y con los centros educativos están mandando otro mensaje de la profesión. Y cuando lo que hacen es investigar sobre la práctica, los investigadores de las universidades, como nos recuerda Fernando Hernández, pueden, más que extraer la información para no se sabe bien qué propósitos, compartir el camino de indagación de los maestros, haciendo que el conocimiento que traen los relatos se expanda y todos ganemos en comprensión de la realidad de la escuela.

Ojalá haya más investigaciones narrativas acompañadas y podamos comprender la construcción de conocimiento compartido por parte de los docentes, las escuelas innovadoras, la relación con los estudiantes, formas alternativas de aprendizaje...

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Hermosilla, P.; Creus, A. (2018). Relatos de formación y saberes docentes: historias de vida de profesores principiantes en Chile y España. Barcelona: Ril.

2 comentarios:

MARIELA dijo...

Excelente información, valiosa ya que traza puentes entre quienes van al aula como docentes principiantes y el contexto, la experiencia que van recibiendo y, al mismo tiempo, brindando y ese diálogo siempre complejo y contradictorio entre la teoría y la práctica, lo curricular y lo instruccional.Valoro mucho el asunto de las historias de vida, ya que como texto tanto oral como escrito enriquece todo el asunto de la comprensión de lo que implica el trabajo en los centros educativos desde la mirada, el ser y el hacer de sus protagonistas.

Joaquín dijo...

Muchas gracias por tu constructivo comentario