jueves, octubre 06, 2011

Gotitas (2), y ahora universitarias

Escribí unas gotitas o lo que en diagnóstico educativo se llama "incidentes críticos", situaciones que me llaman poderosamente la atención de la escolaridad de mis hijas no universitarias, que todas juntas quizá me permitan hacerme una idea de qué ocurre en la educación pública de mi región y de mi país; no es una revancha, es un signo.
Sigo con las gotitas, y hoy quiero añadir alguna de mi hija mayor, que llegó a la universidad.

El libro del catedrático

Como se ha dicho ya, en la universidad medieval la lección era una lectura literal, y los estudiantes eran copistas. En la universidad de hace 2 días los apuntes de la lección se sumistraban en un manual que producía un complemento del salario al profesor. Hoy hay algunas materias donde están convirtiendo un gestor de contenidos y actividades on line como Moodle en un banco de recursos de la materia (apuntes). Algunos profesores van más allá y piden que los estudiantes acudan con computadora portátil a sus clases para hacer actividades de grupo en el aula, aunque todavía no son las actividades depositadas en Mooodle. Estas razones hacen que mi hija quiera ir a la universidad con un portátil.
Un ilustre colega enseña a mi hija literatura con un manual propio -no hay mejor cosa que ser un paciente del sistema educativo para empezar a hablar con conocimiento de causa-.
Aunque he escrito ya algún manual, no es mi estilo convertir a los estudiantes en rehenes de mi esquema mental... Si el manual está, además, escrito de forma pedante y sin vocación de ayudar al aprendizaje, más bien como un lucimiento, una exhibición erudita, la cosa ya es para llorar... Mi hija disfruta de un ilustre colega del Pleistoceno. A ver en qué para la cosa.

Patio de colegio
Dice un concejal de mi pueblo que la cosas que se arreglan solas es mejor no tocarlas. Es un principio de economía política que parece una recomendación saludable para dedicarse a la gestión.
En el patio del colegio de mi hija pequeña. Antes de que comience la jornada escolar. Nadie está para recibir a los niños. A las 9 en punto, hora que comienzan las clases, aparece en la puerta un profesor que dice a los niños de su clase, que se han organizado en una fila, que le acompañen a su clase. Mira al primero de la fila, porque los 24 que le siguen saben que deben seguir al primero de la fila. Hay 4 escalones para acceder al edificio. El profesor cruza el umbral y hay cinco niños en las escaleras, 20 aún en el patio.
La actitud del profesor: ¿tiene que ver con la jornada laboral? ¿Es una recomendación sindical, para evitar problemas por atender cuando no es tu horario? ¿Es una forma de evitar interacciones con los padres que acompañan a los niños? ¿Será para no pasar frío? ¿Es el principio de economía política del concejal?
Mientras, la moral del patio de colegio: si estás solo y te pegan una patada es tu problema. Esto debe formar parte del curriculum oculto de esta escuela: espabílate que la vida es cuidar de ti mismo.
Y luego dedicamos clases y días especiales a educación vial, a moral y buenas costumbres, a la solidaridad y el compañerismo.

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