lunes, junio 13, 2011

Proyectos, Bolonia, coordinación, innovación, nuevos proyectos

A la vista del enorme éxito del proyecto de Museo pedagógico virtual de la UAM, donde 60 estudiantes han buceado durante un semestre sobre la historia pedagógica reciente de sus familias, intentando encontrar recuerdos y resonancias de sus padres adheridos a materiales escolares que hubiera en casa, me planteo nuevos proyectos. Se puede echar una mirada a los piropos en el propio Museo.
Mis compañeros se niegan a dar cabida en el programa de la materia de este tipo de proyectos. Les ofreces reflexionar juntos y no tienen tiempo. Les acabo de ofrecer algunas de mis tardes, mi cuenta de Skype y mis próximos 18 años como docente para que evaluemos, nos coordinemos y veamos qué hacer con esta materia. No hay respuesta, silencio. Si se pierden por este blog, y quieren empezar a pensar conmigo, ya hablé de dónde partía en mi reflexión para el monográfico sobre Universidad expandida de la revista Tendencias pedagógicas. Como si estuviéramos inventando algo, cuando la pólvora ya está inventada, por ejemplo en la red social ¡en Primaria! que tiene Carlos Simarro, un maestro en una escuela de Tarragona, bravo.
Hay un catedrático del sur que se enfadó hace 2 meses con este tema de las guías docentes (una única guía para la misma materia que se imparte en una universidad, algo inicialmente lógico y decente) y reniega de Bolonia. Por mi parte no reniego, creo en la necesidad del cambio y de la coordinación para alcanzarlo; por eso he hecho una guía que respeta lo general -para que si no tenían tiempo mis colegas ni se molestaran en pensar- y da cabida a especificaciones metodológicas como la mía de un proyecto... no les vale. Se escudan en lo peor que se puede escudar una gestión educativa, en las normas... mal asunto cuando las normas valen para parar a padres que preguntan demasiado en un cole o la innovación de algún profesor del centro...
Una vez me explicaron la diferencia entre derechos y derechos en el marco constitucional (por los que se incumplen en lo cotidiano, como el de vivienda o el del trabajo), pero me parecía tan sutil que no me enteré bien. Igual debe de pasar con las normas de una universidad como la mía, que unas regulaciones son floreales (número de alumnos trabajando en espacios con formato laboratorio, dotación de equipos y personal) y otras de obligado cumplimiento (trabajar sacando pecho por los colores que luces en las condiciones que sea y las horas que sea).
Mi mujer me dice que no me caliente, que haga lo que tenga que hacer pero que no pierda fuerzas en problemas estériles. Un amigo es más expeditivo: que evite los bajos fondos.
Voy a seguir reivindicando un espacio para el cambio. Para una escuela que utiliza medios de la cultura popular contemporánea para documentar y transformar la realidad. Que empodera a sus estudiantes. Que no reproduce la moral al uso, sino que se preocupa por los más débiles. Por ejemplo hablar de la pobreza, convertir la pobreza en un tema de un proyecto. O buscar a los innovadores e intentar conectarnos con su espíritu, sus ideas, sus luchas.
La pobreza. La profesora Carmen Blanco, del equipo del Máster de Aula, Museos y Espacios Naturales de la UAM, me recomienda incluir como metáfora artística en un proyecto así la de Diógenes, el que vivía en un barril o tinaja y buscaba un hombre con un candil a pleno sol. También me recomienda la lectura de Daniel Canogar (creo que se refiere a su exposición de 2005 sobre Otras geologías) y de Lara Almarcegui (descampados). Desafortunadamente, las fotos que más me han impactado tienen derecho de copia, no pueden ilustrar este posteo, hay que ir a verlas al Museo de arte contemporáneo de Castilla y León o a una cuenta de Flickr. Tomo prestada una del blog "Paisajes mineros, espacios públicos y land art", lo que será motivo de recochineo, como cuando reivindico una mirada oriental en la gestión de la innovación y hablo del concepto del ba...
Desde luego que esto no aparece en la vida cotidiana de muchos de mis estudiantes de maestro, pero existe, y se vive, y se recuerda, porque sus familias son de muchos orígenes.
Otra idea, a la luz de la excelente propuesta de Fundación telefónica para recoger
es hacer una geografía de innovaciones. Esta idea ya estaba en el proyecto de este año al desarrollar el seminario sobre 40 años de movimientos de renovación pedagógica. Forjar una alianza entre los que hacen formación inicial y la gente más avanzada que se autoforma en proyectos innovadores, relatar qué pasa, visibilizarlos, formarse con ellos, unirse a sus proyectos, como se acaba de proponer en Casares.
Treinta años viviendo del cursillito de powerpoint y planteando que el mañana será luminoso y otros lugares comunes -repetición de lugares comunes, epistemología de la lavadora lo llama Agustín de la Herrán- deben dejar paso a un cambio articulado por aquellos que han sido capaces de sobrevivir y hacer cosas diferentes en la escuela. Las TIC en educación deberían servir para eso.

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