viernes, diciembre 10, 2010

Vancouver ubicuo

Cuarto día. 10 dic. Primer día del congreso: a visitor choice. En el extraño edificio subterráneo de la Universidad de British Columbia en el centro de Vancouver (hay una pista de patinaje en la puerta) escuchamos a Caroline Haythornthwaite una interesante aproximación a lo que significa aprendiz ubicuo, que es distinto y más que estudiante on line.
Luego me paso por dos presentaciones, una sobre el uso de Second Life en la formación de docentes, para mi gusto demasiado centrada en la herramienta y poco en las ideas pedagógicas que hay detrás (el título de la conferencia anunciaba lo último). Ha habido una catarata de intervenciones dando caña al ponente sobre la viabilidad de Second Life en la formación universitaria (!pero si este congreso va de eso? Quizá es el sentido anglo de que las cosas hay que demostrarlas, no vale hablar, decir que funciona y no aportar evidencias de ello). En la mitad de la tarde, repito tema en otra sobre un software llamado esta veo Avayalive, de la universidad de Otawa.
La segunda presentación de la mañana ha sido el análisis de un taller de alfabetización digital de universitarios que quieren ser más que consumidores, denominada At the Intersection of Media, Culture, Literacy, and Technology: Developing Relevant Learning Experiences for a New Generation of Students. Los vídeos que utiliza la colega Chen para alfabetización digital con sus estudiantes son fantásticos.


La autora me dice que no conoce la tradición vancuverita, con Rita Irwin; a mí me lo ha recordado, supongo que porque ella trabaja en NYU en el ámbito de los Estudios culturales.
En la tarde, Tabitha McKenzie habló sobre un programa neozelandés de formación continua para potenciar el uso del maorí como lengua en las escuelas de su país, y que incorpora enseñanza directa y blended learning, con generación de podcast y iPod. No gustó, quizá porque habló mucho de ideas pedagógicas, quizá porque este auditorio es así de duro.
En la tarde elijo al colega Mwebi, en una universidad canadiense contando una experiencia de fotonarraciones para trabajar actitudes de los niños hacia el SIDA en su comunidad de origen, Kenia. Photo-Hadithi: Artistic Pedagogy to Promote Students’ Understanding of HIV Transmission in a Kenyan Primary School Reivindica una estrategia empoderante de la toma de conciencia (cita a Freire -a quien no le interesó nada la tecnología- y a Connelly y Clandinin). Su trabajo,aproximación etnográfica, funcionó.
Sigo. Lan, de una universidad tejana, con Social Support and Knowledge Construction on Social Networks: A Case Study, propone una aproximación al estudio de las redes sociales. Presenta a Boyd, Lampe y Steinfield, que ya han estudiado usos generales de las redes. Por su parte, ha mirado qué hacen sus estudiantes en Facebook, Yahoo y Linkedin. Ella formula preguntas sobre patrones de uso, algo que nos interesa para lo que mañana contaremos Agustín de la Herrán y yo sobre un uso de redes sociales para desarrollo profesional docente. El tamaño no importa, el contacto personal sí, haber viajado (?) también, y que sigue habiendo miedo a tener que hablar de cosas personales. Lan forma profesores y habla al final sobre cómo construir conocimiento en sus clases con esta herramienta.
Madison, con Teaching Critical Thinking with Mobile Media: Cultivating Active Learners versus Passive Consumers, se pregunta por la contribución de los dispositivos a la formación de un pensamiento crítico entre estudiantes, las diferencias entre consumidores pasivos y aprendices activos. A lo mejor no es para tanto, pero la escuela de Camas Ridge Elementary en Oregón, un caso que estudia Madison, lo hace. Hay más profesores que desechan los libros de texto y deciden lanzarse a producir conocimiento con los estudiantes para la comunidad, felicidades Chris Bigum. Cuando se lo cuento por email a Chris, me responde: That's a lovely example of kids making good use of mature insider forms of practice via their media teacher I assume. I am building a collection of examples/sites/people doing this kind of work. Pues eso, quien sepa que me cuente o que le cuente a Chris, por favor.

Quinto día, 11 dic. Nuestra presentación. Al empezar el día, pregunta Gary Poole: ¿A qué se parece el aprendizaje, a qué suena el aprendizaje?



Comienza hablando sobre las posibilides de la comunicación didáctica: no interactuando, coactuando, interactuando. Y analizando el paisaje de los espacios de aprendizaje, como un etnógrafo, proponiendo que estamos confundiendo el aprendizaje ubicuo con el aprendizaje en casa... o con la necesidad de confundirlo, no termino de comprenderlo porque está irónico, y la necesidad de conferir a los espacios la posibilidad de que se sepa quien soy y lo que hago (adaptando atributos universales de espacios de aprendizaje), que sea adaptable por las personas que lo habitan, que ofrezca identidad a quienes lo utilizan. Se me queda algo corto, pero es interesante la idea.
Luego viene nuestra reflexión sobre el uso de redes sociales en procesos de formación continua, en un proyecto en el que colaboramos la UAM de España y la UNAM en México con apoyo de AECID. Ha interesado lo suficiente como para salir con algunas ideas y refuerzos. Y cuando acaba la mañana nos despedimos.
Por la tarde tenemos la suerte de conocer el Museo de Antropología, una unidad de investigación de la Universidad de British Columbia, un lugar hermoso con, en sus propias palabras, una poderosa oferta didáctica, con resonancias de nuestra infancia (aunque no hay ni una sola imagen de la Policia Montada, aparecen totems e indios) y una maravillosa expresión de historia oral en sus libros de difusión de actividad investigadora y en unos archivadores con fotos en la entrada del museo donde se cuenta el pasado reciente y el presente de familias cuyos bisabuelos eran esos indios idealizados de mis cuentos, con una vida y unas ilusiones, una riqueza que se perdió y se transformó en este sorprendente país.



Sexto día, 12 dic. Vuelta a casa. Nos despedimos de Vancouver en el diner de 1200 Granville, y un taxista indio nos lleva al aeropuerto donde acabo este posteo.


Notas para mi familia y amigos:
Tercer día, 9 dic. La visita loca. Hoy hemos hecho la visita a Victoria, la capital de British Columbia.

Como se puede ver en el mapa, hemos cruzado esta península, utilizado un transbordador, pero los tiempos que pensaba que nos llevaría se han doblado: casi 4 horas en cada trayecto, hotel - isla - hotel, así que hemos acabado regresando en un taxi al ferry para llegar de nuevo a nuestro hotel a las 8 de la noche, cuando salimos a las 11 de la mañana, y no hemos visto de la ciudad de Victoria más que la entrada a la calle Goverment y la bahía... Sólo he podido comprar un muñeco de la Mounted police a caballo para mi hija, fan de estas cosas típicas.
El día empezó a las 7 en Vancouver. Fotos destacables: las casas de madera de la calle Nelson, como la Ashby; el cuartel de bomberos nº 6, otro edificio de principios del siglo XX y que dicen que forma parte de su Herencia Cultural; una cafetería típica americana o diner en la calle Davie con Bute, donde hemos desayunado después, yo un canadiense, muy bueno; y el aserradero en funcionamiento al salir del núcleo urbano, con el río lleno de troncos. Fotos en el camino: el paso del ferry en un estrecho formado por varias islas de camino a Victoria (bueno, no se llega allí, sino a un punto denominado Swartz Bay, a 40 km de la ciudad principal de la isla por una carretera atestada y lenta).
Dia 2, 8 dic. La montaña. Aún adaptándome en horario y a los 9000 Km. de distancia. En Vancouver recorro la calle Robson, y a 45 min. del hotel encuentro el parque Stanley y su Laguna perdida, donde hay muchos pájaros, por ejemplo 4 preciosos gansos del Canadá que elevan juntos el vuelo. Llueve con intensidad, luego fino, luego para, llueve de todas las formas posibles, los siguientes días parará, pero siempre estará nublado, con una temperatura agradable, con algo de humedad en el ambiente. Continúo el paseo por esta orilla de la bahía. Llego hasta las estatuas de Cardero Park del escultor Wang Shugang denominadas The Meeting, en bronce pintadas de rojo, con ocho chinos en círculo con actitud de recibir, que se instalaron en una cumbre del G-8... una crítica ácida a la política internacional.
Un hidroavión hace maniobras en esta bahía al norte del Downtown. Algunos barcos de gran calado están dentro de la bahía, en el puerto hay unas grúas enormes, todo parece parado.
Visitamos la Montaña Grouse. Cruzamos la bahía en el Sea-bus, un transbordador, subimos la montaña en uno de los trolebuses que forman parte del paisaje de la ciudad, con portabicicletas delantero, y llegamos al pie de la montaña, donde hay un teleférico. Nieve, hay una cámara con una vista en vivo de unos osos invernando en la montaña, un taller de Santa Claus con renos vivos (en una Navidad presente en todas partes desde finales de noviembre), un telesilla para alcanzar las pistas de snowboard, grupos de escolares con equipación adecuada para recorrer el bosque, una cafetería en la cumbre, desde la que se debería ver la ciudad y las bahías, pero que en este día que llueve de todas formas nos enseña poco, un instante, ya cuando bajamos junto a un grupo de discapacitados, qué bonito trabajo hacen con ellos, y qué valiente, con un episodio de desvanecimiento de uno de los adolescentes, que atienden en el recorrido de descenso de este teleférico, con calma. Todo esto a quince minutos del centro.
Por la tarde me acerco a la universidad, que está metida en un bosque. Vivir en el centro facilita un autobús directo, 40 minutos, con más lluvia. A las 4 de la tarde parecen las 11 de la noche españolas, y la iluminación de una de las 30 universidades más prestigiosas del mundo es tenebrosa. Localizo con cierta facilidad el Centro de Aprendizaje a Distancia, ubicado en el edicio de servicios de la universidad. Como son casi las 5 sólo encuentro a los electricistas y jardineros que van a buscar repuestos de riego, diferenciales y cosas por el estilo. Con ellos conviven los colegas del Centre for Teaching, Learning and Technology... así son todas las universidades, el Blended Learning y la educación a distancia en el mismo edificio que Mantenimiento. El encuentro es muy cordial. Todo muy digno, puertas con apertura inteligente, excelentes despachos, equipo humano ampliado y competente, pero algo absurdo su ubicación.
Por la noche hemos conocido la cocina thai de esta cuidad multicultural, un plato especial barato de un restaurant cercano al hotel.
Primer día, 7 dic. Jetlag. Aquí estamos, a 8400 km de Madrid, 12 horas de avión pero que han sido más, llegados a un congreso que habla de la ubicuidad y que nos ha llevado a esta presencialidad.
El Pacífico, unas islas, unas montañas del entramado de las pasadas Olimpiadas de Invierno. El taxista que nos trajo nos confiesa que no hubo mucho público. No hace frío.
Estamos asomados a la ventana del hotel, en la planta 12 de 15. En la tele ponen un show antiguo de Johnny Cash -salen de invitados Orbison y Jerry Lee Lewis-, que me recuerda el sentido vaquero de esta parte de Norteamérica, por muy británica que se quiera poner. En la calle menos, con un montón de culturas, sijs, filipinos, muchos asiáticos, algunos hispanos...
Subimos por Granville, el nombre del aserradero que fue parte del origen de esta ciudad, que es una calle artística, comercial y a la vez vaquera, y por momentos nos recuerda a un decorado del oeste, con sus almacenes. Está llena de gente que cruza los semáforos como si fueran españoles, cuando les viene en gana y si no hay mucho tráfico, cuidado con los trolebuses, de los que saltan chispas, como en una peli antigua. Esta improvisación de los peatones se reduce a los pasos de peatones, porque nadie cruza por entre medias, y si lo haces la policia te pilla y te echa una bronca (le ha pasado a unos japoneses que cruzaban en la zona de los grandes almacenes). Llueve, con diversas intensidades. Detrás de ese decorado está la expeculacion, las torres de 40 y 50 plantas de este centro urbano.
Cruzamos frente a diversos teatros, como el teatro Vogue y pisamos un Hall of Fame de varios centeneras de metros de las estrellas canadienses del teatro, dos tiendas para góticos, otra de lencería para fiestas de fantasía, una que nos recuerda al mundo heavy en el Rastro madrileño pero con precios del barrio de Salamanca en Madrid, una tienda de perfumes, varios locales para comer. Y hay más cosas.
Llegamos al cruce con Robson. Entramos en Sears, buscando una maleta, que he roto al principio del viaje (bueno, he roto también la cremallera de la bolsa del portátil), pero hasta lo que hay en la planta de oportunidades es caro para mí. De vuelta a la calle pensamos visitar en el mercado de navidad, que hemos leído en el ascensor del hotel que se celebra cerca del Queen Elisabeth Theater. Pero el jet lag nos puede, así que nos metemos en el Lennox Pub, en el 800 de Granville. Y aquí se acaba la cosa.


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