viernes, noviembre 27, 2009

La práctica de la innovación educativa

Siempre produce cierto pudor hablar de uno mismo. Pero ¿qué es un blog, entonces?
En tiempos de contrarreforma educativa, al menos en la Comunidad de Madrid, de miedos, de caza de brujas, donde se pone precio a la cabeza de los pedagogos, la editorial Síntesis nos ofreció a Agustín de la Herrán y a mí mismo hacer una propuesta de transformación de realidades educativas en forma de un libro sobre innovación.
Éramos conscientes de que un libro no puede cambiar el panorama educativo, pero puede ser una piedra de futuras miradas, para hacer una barricada, para arrojar.

La lista de colaboradores podría haber llegado a 18, los temas eran muchos, no pudo ser.

Afortunadamente, contamos con Joaquín Gairín, Miguel Ángel Santos y José Luis Carbonell, los tres tan bregados en la enseñanza en diferentes niveles, escribiendo sobre el cambio y promoviendo cambios en diferentes trincheras.

Los docentes son los principales valedores de la escuela pública, pensamos que pueden construir espacios educativos alternativos, desde Infantil hasta la Universidad. La calidad del sistema depende de las condiciones materiales del mismo, así como de las posibilidades de desarrollo profesional de los docentes, del que forma parte la formación continua. Desafortunadamente, hubo un tiempo en que los docentes no recibían formación. Estos últimos años hemos visto, sin embargo, su consolidación en todos niveles, incluso que los docentes reciban formación a gran escala mediante el Postgrado de Docencia en Educación Secundaria, y en la universidad aparezcan Postgrados de Docencia Universitaria.

¿Y de las condiciones materiales? Enredada nuestra realidad visual en otros temas, convendría que no se descuidaran las condiciones materiales de los centros educativos, particularmente de la red pública, pues para el resto de redes del sistema educativo es mercancía comercial con la que las clases medias de este país están encantadas.

Por qué promover el cambio. En la obra damos algunas razones.

Por ejemplo, en el ámbito de la convivencia, la ruptura educativa de la que hablan Romero, Bernal y Jiménez se hace visible en el modo como una gran mayoría del profesorado en Secundaria gestiona la dinámica del aula. Dicen estos autores: “La expulsión del aula y del centro sigue siendo la medida sancionadora más extendida entre el profesorado. En ningún caso estamos defendiendo la impunidad para el comportamiento disruptivo y, menos aún, con la violencia. Pero habría que insistir en el hecho que estas medidas correctoras no son eficientes a largo plazo si no van acompañadas de otro tipo de medidas preventivas, a la par que nuevos estilos docentes y, muy especialmente, nuevos modos de gestionar la relación educativa y de crear un ambiente de aula adecuado y positivo para el aprendizaje de nuestros escolares. Numerosos estudios desvelan en este sentido la estrecha relación que existe entre las medidas coercitivas empleadas por los profesores para gestionar la dinámica de clase y el incremento de la espiral disruptiva en el comportamiento de los ‘alumnos disruptivos’”.

Todo ello nos deja en la necesidad de no quedarnos como docentes en unas certidumbres, el librillo del maestro de la expresión “cada maestrillo tiene su librillo”, digo, quedarse en esas certidumbres es ignorar que la sociedad se mueve, que los niños de ayer y de hoy no son los mismos, que son otros, con otras necesidades, con otros desafíos. Siguiendo con la Secundaria, vemos cómo su alumnado forma parte de un debate instrumentalizado políticamente, se construye mediáticamente como una profecía negativa que forzosamente se ha de cumplir: sus déficits son generalizables e inmutables. Es un peligroso cliché que conviene examinar.

También es un problema de gramática de la escuela (un provocador artículo de Fernando Hernández, en el periódico La Vanguardia, un enlace roto cuyo contenido recupera Firgoa): “La única forma de agrupar a los alumnos es por edades; un solo profesor para cada grupo; los libros de texto son la fuente prioritaria de aprendizaje; el espacio del aula ha de ser cerrado para facilitar el control del grupo; los exámenes dan cuenta de lo que los alumnos han aprendido; las asignaturas son la mejor forma de organizar lo que se ha de enseñar; los horarios (como una parrilla de televisión) son la única manera de organizar el tiempo escolar; la ejercitación es la mejor forma de aprendizaje; los alumnos son unos indolentes y no tienen interés por nada; hay que separar a los mejores del resto; los profesores son unas víctimas sufrientes, desamparadas y sin reconocimiento de su labor; las familias no se responsabilizan de la educación de sus hijos; la escuela ha de preparar para el mañana; su función es que los sujetos se conviertan en alumnos.”

Contra esta lista, propone pensar en una nueva narrativa con varios apuntes.
”El primer apunte de esta narrativa establecería que todas las concepciones y prácticas pedagógicas pueden y deben ser interrogadas. (…)
El segundo llevaría a considerar que lo que sucede en la escuela puede ser apasionante. (…) Porque en él se nos desafía, confronta y cuestiona. Se entra en crisis y se exige, permitiendo transitar el camino de la flexibilidad, la sorpresa y el riesgo.
El tercero supone quebrar la norma de la homogeneización. (...) De la evaluación se aprende y no sanciona. Cada uno influye y contribuye a la dinámica de una comunidad abierta al aprendizaje. Lo que implica deconstruir la idea de que el profesor sea el único responsable de la que sucede en el aula. Profesores y alumnos no están en dos bandos, sino que conectan, pues juntos tienen una historia por escribir.
El cuarto considera que enseñar es un acto performativo. Lo que significa que no vale decir que los estudiantes no tienen interés, sino que hay que encontrar recursos para captarlos mediante relaciones de reciprocidad. Lo que no significa concebir la docencia como espectáculo, y al profesor como un entertainer. El profesor es un catalizador que reclama de cada estudiante estar cada vez más conectado, ser cada vez más un participante activo en una relación para el aprendizaje.”

La innovación es un pretexto para la indagación sobre la propia práctica docente, proponemos. Una innovación para resolver problemas cotidianos de la escuela, para abordar lo que es imperativo abordar y, sobre todo, para reconstruir la comprensión de lo que es la enseñanza que, a nuestro juicio, está en la Didáctica.

En éstas nos vemos en un Diálogos con autores el equipo rectoral de la UAM y el decanato de la Facultad de Educación, así como Francisco Michavila, Cátedra UNESCO de "Gestión y Política Universitaria"; José Luis Carbonell, Ex Presidente del Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid; y Julio Rogero, Presidente del Movimiento de Renovación Pedagógica ‘Escuela Abierta’. Un lujo.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien, joaquín. Me ha interesado tu Blogs está estupendo. Ánimo y adelante.

Anónimo dijo...

¡Qué sugerente y lleno de contenido!

Enhorabuena

Anónimo dijo...

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