viernes, septiembre 28, 2012

Promover el cambio pedagógico en la universidad. Acto de presentación


Hace dos años, en el mismo espacio de la Facultad de Educación de la UAM que estuvimos ayer, tuvimos la suerte de presentar un libro de la misma editorial, Pirámide, sobre el cambio en las aulas, Cómo enseñar en el aula universitaria. Ayer contamos con Alejandro Tiana, @atianaf, Catedrático de Teoría e Historia de la Educación (Uned), ex-Secretario de estado de Educación, y actual director del Centro de Altos Estudios Universitarios (OEI), y con el director de nuestro departamento, a quienes damos las gracias tanto por su presencia como por su elogiosa presentación. Lo compartimos con un montón de compañeros, amigos y  estudiantes, entre ellos los del Posgrado de Educación de la UAM y sus dos Másteres, Calidad y TICEF. Y hubo preguntas al final de la presentación, que fueron muchas y muestran interés por cambiar la universidad.
En aquél debate de hace dos años surgió la pregunta de si con el primer libro ya iba a ocurrir el cambio en las universidades. Es un libro sobre algunas ideas para el trabajo de los docentes en el aula. Nosotros defendimos que no, que habría que cambiar la cultura de los centros universitarios. Y escribimos con una veintena de profesionales que están investigando, experimentando y evaluando algunos de estos cambios, un buen puñado de temas que convergen para hacer el cambio posible.
@atianaf ofreció un marco para entender la transformación que han sufrido las universidades en los últimos 40 años, para entender mejor el propósito del libro. Planteó que ha sido a finales de la pasada década cuando ha emergido la redefinición del cambio en la universidad, de alguna forma marcado por los números: en los países de la OCDE en 1970 sólo iba a la universidad el 10% de la cohorte de edad; en 2009 lo hace el 39%; se han producido cambios en su  financiación y gobierno, que han dado paso a procesos de privatización y gerencialismo. Estos cambios han abierto grandes debates, uno principal sobre el papel de lo público, si la universidad es un bien público o de consumo. "Bolonia"se ha convertido en un totum revolutum donde se mezclan todas estas políticas. Se está hablando de muy diferentes cosas: estructura de los estudios, movilidad de los estudiantes, metodología docente...
La obra comentada plantea, a juicio de @atianaf  una preocupación por mejorar el funcionamiento de la universidad, una reconstrucción de las metodologías docentes y una revisión del concepto de evaluación que ha permeado a tantos ámbitos. Sobre aspectos novedosos que revela el libro en relación con el funcionamiento de las universidades destaca la importancia del enfoque de indagación sobre cultura universitaria y micropolítica pues, recuerda, en las instituciones educativas pasan cosas pero lo que pasa ocurre por un poso. Este concepto viene siendo analizado para las instituciones educativas no universitarias como gramática de la escolarización (Tyack y Tobin) y cultura escolar (Ivor Goodson).
Sobre metodologías docentes, destaca 3 aspectos que le han llamado la atención en la obra, la preocupación por mejorar las prácticas profesionales, la gestión de información y recursos (el trabajo de @jesus_valverde) y la tutoría. Sobre la revisión del concepto de evaluación le han parecido particularmente potentes los capítulos sobre evaluación del alumnado, que le recuerdan el trabajo de André Antibi; y de evaluación de impacto, que han transformado las formas de comunicación de la academia y generado la tensión de la acreditación de los llamados "sexenios de investigación".
Agustín de la Herrán recordó que la profesión de docente universitario es la única para la que no se requiere formación, ni didáctica ni de meso-gestión, y recordó que la obra apuesta por el conocimiento (de la institución, del trabajo de los que participan en ella).
Por mi parte hice referencia a que existen otros tipos de vida universitaria, y que podríamos incluirlos en nuestra vida universitaria. ¿Qué tienen de raro algunas universidades? Por ejemplo, en Oxford, nos cuenta el Huffingtonpost, "'seguimos dos cursos al mismo tiempo y tenemos una tutoría por curso por semana. Nos reunimos durante una hora, solos o en pequeños grupos de dos o tres estudiantes con un tutor para discutir un tema, argumentando con la mayor cantidad de material posible. Debemos prepararlo con anterioridad, investigando solos y yendo a clase, depende de nosotros. La tutoría es lo único obligatorio, creando durante cuatro años fuertes y estrechos vínculos entre tutores y estudiantes'. Para un estudiante de Grado el sistema de tutoría es caro, 19.000 euros por año. Sólo el año escolar cuesta unos 10.000 euros. El 93% de los estudiantes encuentra  empleo en los seis meses siguientes a salir de la universidad. Pero, ¿es accesible a todos? En realidad, no, de acuerdo con Ben, 27 años, doctor en historia antigua: 'Oxford atrae a una población estudiantes de escuelas privadas. Los más modestos ni siquiera consideran entrar'". Algo de esto es posible apreciarlo a través del portal universitario inglés Unistats, en concreto en los estudios de Historia Antigua de Oxford. En ese portal es posible comparar los datos oficiales del curso de las universidades y Colleges ingleses, como índices de empleabilidad, satisfacción del alumnado, costos generales y de alojamiento, las cualificaciones de los estudiantes antes de inscribirse en este curso, información metodológica de los estudios (porcentaje de tiempo dedicado a las diferentes actividades de aprendizaje, evaluación de los cursos, calificaciones),  y lo que los estudiantes están haciendo un año después de comenzar a estudiar en esa universidad (tasa de abandono).
Qué pasa en el MIT. Acaba de ser nombrada la mejor universidad del mundo. "El MIT es un montón de trabajo. Tengo cuatro días (semanales de trabajo) en el semestre, y ya he entregado dos conjuntos de problemas y un ensayo, tengo otras dos conjuntos de problemas y que preparar una presentación 20 minutos y tengo que leer “todos los hombres del Presidente” para antes de la semana que viene", dice Amy, una estudiante del grado de matemáticas.
O, como dice Juan Bautista Martínez Rodríguez (Coord., 2012): "Innovación en la universidad, prácticas, políticas y retóricas", Graó, "los estudiantes sólo se implicarán en el trabajo universitario si se les proporciona el espacio pedagógico necesario" (p. 22). Pues eso, a galopar. Aquí estamos con una propuesta para hacer ese espacio, para hacer lo que proponíamos hace 2 años, cambiar la cultura de los centros universitarios.
Nuestra obra atiende un vacío importante entre las políticas de las administraciones educativas y el trabajo de los docentes a pie de aula, entre las grandes declaraciones y los éxitos aislados. Proponemos transformar la universidad desde el plano “meso” o de la gestión de los procesos de la universidad y de los centros, del grupo de investigación, del equipo docente de pertenencia, del grupo de innovación, del departamento y de las facultades, y todo lo que los condiciona.
No seguimos lo que se ha llamado con gracia “ortodoxia de Bolonia”, por ejemplo los autores del libro que pilota Juan Bautista Martínez. Tampoco proponemos una opción voluntarista, que se denuncia en esta obra.
Tal y como estos autores reclaman, apostamos por una nueva agenda para el interior de las universidades. Lo hacemos con temáticas insuficientemente abordadas, con otro tipo de relaciones en el centro (lo que Juan Bautista llama “juego de cuerpos académicos”), con alguna estructura nueva, combatiendo a nuestra manera la conversión irreflexiva a la innovación. Según Stoll y Fink (1999), "Para cambiar nuestras escuelas", Octaedro, existen motores internos y externos al cambio. De los externos hablan las leyes; los internos (Investigación, Autoevaluación, Currículo, Enseñanza, Liderazgo, Proyecto, Problemas, Planificación) intentamos cuidarlos mediante un Seminario permanente interdisciplinar sobre innovación de la enseñanza, con vocación europea, y varias redes con vocación latinoamericana, formacionmediantecreatividad (que tiene un seminario dentro de unas semanas) y Relación pedagógica (que tendrá unas jornadas en junio de 2013).
Posiblemente no cubramos todo, quizá caigamos en algunos errores recurrentes de la universidad española que tan acertadamente denuncia Ramón Flecha (en la misma obra de Juan Bautista Martínez Rodríguez, en un artículo no muy lejano) que ocurren aquí pero no en Harvard o Wisconsin, pero atendemos lo fundamental, propuestas para crear condiciones en las instituciones para abrir el aprendizaje en las aulas, para relacionar la universidad con la comunidad, para crecer profesionalmente.

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