La tecnología fue una promesa para la transformación de la escuela y la sociedad durante los últimos 35 años. Sin embargo, y a pesar de la importancia que ha cobrado el trabajo educativo con tecnología durante la pandemia en países como España, no hay tregua para las dudas que puede seguir despertando en la población en general y entre educadores.
Pues dudas, sospechas o miedos es lo que me evocan las dificultades que encontró el equipo de Antonio Bautista (2021) en un estudio en escuelas de reciente publicación, donde nos invita a preguntarnos por el miedo a la tecnología educativa en las escuelas y lo que se están perdiendo los estudiantes de resultas de esta parálisis. Como indicador del miedo baste indicar que en la obra los protagonistas del estudio llaman al equipo investigador a "dejar en suspenso" lo que la tecnología supone hoy para ellos.
Las denuncias de los efectos de la tecnología se acumulan diariamente en los medios de comunicación. La "suspensión de juicio" que reclamaron quienes participaron en el estudio es una mezcla de esperanza y miedo. De deseabilidad de la tecnología. de miedo a sus efectos. Algunos intentan evitar dialogar sobre el miedo anunciando ingenuamente una percepción neutral de la tecnología. Otros se niegan a utilizar los dispositivos, como si vinieran ya infectados de múltiples problemas. Así que entre negacionistas de los usos e ingenuos de los efectos, se generan ausencias que derivan en desigualdades futuras por resolver.Las denuncias son parte de un debate en el que se da por supuesto que vivimos un "tiempo postdigital" (Hayes, 2021), en el que erróneamente se ha superado la brecha digital. Se preparan por ello otras brechas digitales, como la de ser capaces o no de hacerse una idea cabal de lo que ocurre en el mundo digital en el que vivimos inmersos, de "fake news" y ciberacoso. Se cierran los ojos a la necesidad de entender y formarse, y a cómo las tecnologías pueden contribuir a transformar esa realidad. Una tarea ingente y pendiente para la sociedad de 2022.
El estudio se adentra, por otra parte, en la forma en que el gusto es educado por estos medios. Se trata, dicho sea de paso, de una variable tan importante en la construcción del mundo social y, a la larga, en la conformación de una sociedad más igualitaria, como plantea Pierre Bourdieu.
Para salir de este empantanamiento, y de forma coherente con su propia trayectoria como tecnólogo, este autor propone una tecnología para la acción política ciudadana en las escuelas, reasignando funciones a los medios. Pasar de meros consumidores a productores, en la línea de autores como David Buckingham o Alfonso Gutiérrez, a ciudadanos activos con la cultura y las decisiones sobre la comunidad. Pone sobre la mesa la desigualdad informativa y de acceso a la cultura de amplias capas de escolares. Une su voz a la de otros que proponen que la tecnología educativa tiene el mandato ético de ayudar a restañar la brecha digital (en sus múltiples manifestaciones) para no generar más brecha social (como han planteado Castañeda, Salinas y Adell, 2020). Destaca la forma "no extractiva" en que el estudio devuelve todo lo que aprende a las comunidades de estudiantes, profesores y padres que han participado.
¿Será suficiente hacer un vídeo (o cientos) o cambiar una banda sonora (o docenas) para transformar la percepción de las noticias y la industria cultural? ¿Caer en la cuenta del uso alternativo de dispositivos con funciones prefiguradas? ¿Cambiará la relación con los medios de comunicación y la selección diaria de noticias? ¿Permitirá que millones de nuevos ciudadanos que acuden a la escuela no queden a merced de los poderosos que quieren modelar la sociedad con sus series de televisión y sus informativos? ¿Tendrá sentido la creación audivisual como alternativa laboral para quienes viven en condiciones difíciles en barrios humildes? ¿Se modificarán la rutinización de los fines, tareas, tratamiento de los contenidos y formas de evaluación de los docentes?
Tenemos un estudio que nos puede ayudar a despejar dudas, alimentar nuestros argumentos tanto contra los negacionistas como los atemorizados, y armar alternativas escolares con tecnología para una ciudadanía crítica y unas escuelas comprometidas con todo ello.
Bautista, A. (2021). Audiovisuales, desigualdades socioculturales y educación. Murcia: Universidad de Murcia.